HUEVOS EL CAPAZO VERDE

HUEVOS EL CAPAZO VERDE

El 0,3% de las gallinas que se crían en España son ecológicas y parte de ese porcentaje pertenece a El Capazo Verde, una empresa ubicada en Albalate del Cinca, Huesca, en la que trabajan los hermanos Javier y José Luis Ferrer, que comenzaron siendo agricultores de fruta convencional.

Los tiempos cambian, la sensibilidad con el medio ambiente, sistemas de cultivo más respetuosos, el hecho de que Albalate de Cinca cuente con varios productores en ecológico…una cosa y otra llevó a estos hermanos a transformar sus sistemas de producción convencionales en ecológico e incluso probar, en 2015, con la ganadería en forma de cría de gallina ponedora en una granja inicial de 400 aves.

Ese primer intento resultó positivo y siguieron creciendo. Ampliaron con 800 gallinas y su idea, en el corto plazo de dos años, es alcanzar las 2200 gallinas, que distribuirán en cinco granjas prefabricadas acondicionadas perfectamente para el bienestar de los animales.

Producir gallina ponedora ecológica supone algo más que una tendencia, es el sistema de cría, de los cuatro clasificados (en jaula, en suelo, camperas y ecológicas) que ofrece mayor bienestar al animal y, por consiguiente, un producto de consumo, en este caso el huevo, con garantías de calidad y de salud para sus consumidores.

Fresco, con la clara compacta. Cuando abres el huevo, no se desparrama y el color intenso de su yema nos habla de alimentación saludable de las gallinas que lo pusieron. Su sabor, su sabor es aquel de la perfección.

Algunos de los requisitos que este modo de cría ecológico establece atienden al espacio que ha de disponer cada gallina. En nave, será 1 m2 por cada seis gallinas; en patio al aire libre, 4m2 por cada gallina, que se multiplicarán por dos, es decir, un total de 8m2 por gallina para facilitar la rotación de los suelos y evitar la sobreexplotación del suelo y la cubierta vegetal. Junto a esto, la alimentación, se será 100% ecológica. Un 70% de esa alimentación estará compuesta de pienso ecológico y el 30% restante lo cubrirá la gallina picoteando lombrices, insectos o hierba.

José Luis y Javier han sembrado alfalfa para que sus gallinas tengan esa cobertura vegetal adecuada y de vez en cuando, como el día que les visité, les ofrecen las verduras ecológicas de su cosecha que, visualmente, no están en condiciones de salir al mercado, pero para las gallinas es un manjar que les alegrará el día. A estos dos hermanos les gustaría con el tiempo poder suprimir la compra de pienso (que sea ecológico les supone un precio de 0,60€/kilo) y llegar a hacerlo ellos mismos con la mezcla adecuada de algunos de sus cultivos en ecológico.


Su nivel de producción de huevo a diario es de 75% con respecto a las gallinas que tienen. Un porrón de docenas de huevo que ubican sin problemas.

“Cuando el consumidor tiene cultura ecológica, consume ecológico, lo valora. La gente nos felicita e incluso notan la diferencia con los huevos de gallinas camperas”.José Luis Ferrer

Camperas, de jaula, suelo o ecológicas. Su modo de cría produce huevos con calidades diferentes que deben de ser identificados con un código compuesto de dígitos. El primero de estos dígitos hace referencia al sistema de cría, siendo el 0 para ecológico; el 1 para los huevos de explotaciones camperas; el 2 para los huevos de gallinas criadas en suelo y el 3 para las de jaula. Le sigue el código del estado miembro; dos dígitos para la provincia; 3 dígitos que marcan el municipio y el resto de los mismos identifican la granja.

El 0 inicial de la foto nos indica que este huevo pertenece a una granja con un sistema de cría ecológica, donde las gallinas campan a sus anchas y no son sobreexplotadas con más de 16 horas de luz al día para que produzcan más huevos.

Su calidad vale su precio. José Luis y Javier reciben por cada media docena de huevos vendida 1,5€, lo que al consumidor final le supone entre 1,80 y 1,90€. Como la tendencia hoy en día es a aumentar ese consumo de huevo ecológico, no tienen problema para vender toda la producción de huevos, cuya venta se centra en los pueblos más próximos a Albalate de Cinca, toda la provincia de Huesca y en Zaragoza.

En la actualidad, en Aragón su competencia no es grande y son tres las granjas que en estos momentos están produciendo en ecológico en Monzón, Peñaflor y la empresa de los hermanos Ferrer. Como amenazas, habría que destacar el águila que sobrevolaba los campos aledaños a la granja cuando fui a verles y que seguramente ha sido la causante de algunas de las bajas de las gallinas que han tenido en el pasado más reciente y que intentan subsanar plantando perales en el patio exterior que les darán cobijo, escondite, además de sombra a las gallinas y con redes que cubran un techo ficticio para evitar que estas rapaces se salgan con la suya. Como fortaleza: el empeño y las ganas de seguir creciendo en un entorno tranquilo, rodeado de frutales y la calidad de su producto, por la que destaca El Capazo Verde.

Las frutas tropicales españolas

Las frutas tropicales españolas

Las frutas tropicales como el mango, la chirimoya, el aguacate o el níspero se han hecho un hueco en las tierras de cultivo españolas, concretamente en Andalucía, en las provincias de Málaga y Granada, consiguiendo ser un impulso importante de la economía agraria de ambos territorios.

Ese hueco ocupa nada menos que 16.000 hectáreas, de las que 9.400 ha. fueron conquistadas y dominadas por el aguacate.
José Antonio Fajardo, gerente de Frutas Fajardo, me abrió las puertas de sus nuevas instalaciones en Molvizar y recorrimos con él las plantaciones de mango y chirimoya. Esta empresa es una de las más importantes del sector, con 270 ha.  en las que producen más de 10 millones de kilos de fruta tropical al año.

El origen de Frutas Fajardo se gestó con la iniciativa del abuelo, uno de los pioneros en el cultivo de tropicales en el valle de río Verde. Las generaciones posteriores, han aplicado los avances tecnológicos y logísticos, que han favorecido el despunte de este empresa. No obstante, una de sus máximas es la apuesta por la mano de obra local, trabajando con más de 500 agricultores de la zona.

¿Chiri qué? ¡Chirimoya!

Dicen que cuatro de cada diez personas en España desconoce qué es la chirimoya. No se me hace extraño, mucha gente que me rodea jamás la ha probado y tampoco les genera una gran curiosidad. Es fácil que ese primer paso para enfrentarse a lo nuevo, venga de la forma que venga, les cueste por falta de tradición y se haga por apelación de otra persona que les invite a aventurarse o, simplemente, no llegue a realizarse jamás.

 

A partir de los años 60 se introduce el cultivo de chirimoya en España, concretamente en El Valle del río Verde, un paraje próximo a Almuñécar, constituido por los pueblos de Jefe, Otívar y Lentegí. En la actualidad, su cultivo se concentra entre la bahía de la Herradura y Motril, donde las condiciones climatológicas se adecuan a las necesidades de esta fruta tropical.

«A la chirimoya le gusta ver la nieve» y requiere de una humedad entre el 70% y 80%, ocupando las zonas más bajas y dejando la media ladera al cultivo de aguacate y las zonas más altas al mango.JOSÉ ANTONIO FAJARDO, GERENTE DE FRUTAS FAJARDO

Fino de Jete es la variedad más extendida de chirimoya, con un 90% del total de la producción española, que ronda las 40.000 a 60.000 toneladas, en un espacio de 3.000ha. Cifras que nos convierten en el mayor productor de chirimoya a nivel mundial.

Su árbol, el chirimoyo, es uno de esos árboles agradecidos, que ofrece fruta durante ocho meses, desde septiembre a la primera quincena de mayo. La primera y más fuerte de sus cosechas la realiza en el mes de octubre, pero el frío de los meses de invierno escalona las cosechas y reduce la producción.

Una respuesta a la calidad de este producto vino en 2002 en forma de Denominación de Origen, para cuya regulación se creó el Consejo Regulador de la Denominación de Origen «Chirimoya Tropical Costa Granada Málaga». El 80% de la producción de chirimoya se consume en España, el resto, se exporta a Portugal, Francia, Alemania y Reino Unido, países próximos para los que la corta vida de la chirimoya, 5 ó 6 días después de su cosecha, todavía permiten esta comercialización.

Mango, la que parece más tropical de todas.

Así como el chirimoyo impresiona por ser un árbol inmenso, frondoso y de un color verde intenso, el cultivo de mango es totalmente diferente. Su porte es de árbol enano y se plantan con una distancia de tres metros, para evitar que se toquen, y en ladera, ya que la fruta precisa de soleado para obtener la coloración que los hace más apetecibles.

Estos árboles alcanzan un precio de 8€ y tardan cuatro años en dar producción. Años en los que hay que mantenerlos y darles los cuidados que requieren, como el sistema de regadío. No obstante, su rentabilidad merece la pena, pues ofrece una producción media entre 35 y 45 kilos por árbol, que son pagados al agricultor entre 1,30€ y 1,80€ el kilo. Su demanda es importante y ahora los viveros de la zona tienen una lista de espera nada menos que de dos años.

La cosecha se da los meses de octubre, noviembre y diciembre. El resto del año, el mango que encontramos en las fruterías procede de otros países. Incluso en la época de cosecha española, podemos encontrar mango de procedencia extranjera, ya que España no tiene suficiente producción para atender la demanda del mercado nacional.

La planta más vieja de Frutas Fajardo tiene más de tres décadas y vino, como el resto de la zona, procedente de La Gomera. Su proceso de selección se realizó en diferentes fases hasta que dieron con aquella que mejor se adaptó al clima y al terreno, el portainjertos Gomera III.

En unos 4 años llegarán a una producción de mango de 1.000 toneladas, de cosechas propias, 1.500 toneladas con las cosechas de todos los agricultores con los que trabajan, en un total de 27.000 árboles. Otro de los propósitos de esta empresa es alargar las cosechas y poder ofrecer mango nacional en diciembre. Año a año lo van consiguiendo, plantando a mayor altitud, donde se retrasa la floración y, por tanto, el fruto.

Parece mentira que de un árbol, en apariencia enclenque, débil, broten estas frutas, algunas de gran tamaño. La recogida del mango se hace de manera manual, no puede realizarse de otro modo. El sistema de terraza es menos productivo, pero favorece el faenado de los trabajadores. A la hora de la recolección, es preciso cortar el mango a un centímetro del pedúnculo, para que la resina permanezca y siga aportando nutrientes a la fruta. Una vez cortado, permanece en los almacenes de 8 a 10 días en reposo, a temperatura ambiente, sin perder cualidades, algo que será más difícil para el mango que proviene de Ultramar por los días que ha de pasar en el barco y el tiempo de su distribución hasta llegar a nuestro mercado.

Dicen los expertos que a la hora de elegir un mango, hay que buscar que está en su momento óptimo de maduración. Este momento nos lo dirá su carne, cuando ceda levemente al tacto.

En la India, principal productor y consumidor de esta fruta, existen más de 500 variedades diferentes. En España son unas veinte. Las más apreciadas por el consumidor: Osteen y Keith.
Si damos con una pieza en su mejor momento, nos sorprenderá con un color naranja intenso, su olor penetrante, la carne jugosa, tierna y nuestras papilas gustativas aplaudirán la elección.

JAMÓN IBÉRICO DE BELLOTA, MALAVÉ MORENO

JAMÓN IBÉRICO DE BELLOTA, MALAVÉ MORENO

Entro por casualidad, sin cita previa, y le propongo a José Manuel Malavé, si puede enseñarme sus instalaciones y hablarme de su empresa. Lo hace con gusto y con mucho orgullo. La verdad que visitar una fábrica de jamón ibérico es como visitar el templo de la tentación culinaria y ser el artífice de cada una de las piezas que cuelgan en el secadero es para sentirse satisfecho y el custodio de un tesoro de valor incalculable, nunca mejor dicho. En 1994 abrieron esta fábrica, pero ya su abuela Josefa vendía piezas de jamón elaborado por la familia en la tienda que regentaba en este municipio de Huelva, Valverde del Camino.

José Manuel va de un lado a otro de la fábrica apuntando, señalando e indicándome curiosidades y aspectos de este producto de lujo. Yo le sigo con la estela del interés y mi cuaderno en el que tomo notas. El aroma es embriagador. Cientos de jamones esperan colgados, madurando lentamente y haciéndolo bien, tan bien, que en unas semanas harán felices a muchas personas, abarrotando paladares y poniendo en jaque a las papilas gustativas de los afortunados que vayan a probarlo con su intenso sabor y aroma.

Malavé Moreno compra los cerdos directamente en el campo. Unos 500 ejemplares al año. Los suyos son ibéricos 100%, nada de cruces con otras razas que reduzcan este porcentaje. Y esto se garantiza con la traba que acompaña cada pieza y que ha sido regulado por la certificadora.

La campaña del cerdo ibérico va de enero a marzo, cuando son sacrificados en el matadero, pero el despiece se realiza en sus instalaciones por los 8 trabajadores que forman Malavé Moreno.

Los 500 cerdos se traducen en 75.000 kilos de carne, entre jamones, lomos, salchichón y derivados varios. Pero la pieza clave, la obra maestra, el tesoro de esta fábrica son sus jamones.

Su producción es larga y tiene su miga. Una vez se han separado los jamones frescos, pasan un día en nevera, refrigerados para que cojan cuerpo y puedan manipularse mejor. Todo el proceso es manual, el recortado característico de la piel, el desangrado de las piezas, etc. Jamón a jamón se pesan para determinar los días que cada pieza necesita estar en sal. Un kilo de jamón, un día de sal. Cada jamón cumple su salada condena y tras este tiempo, se realiza un lavado superficial de la sal. Posteriormente, pasará 3 meses en el secadero a temperatura controlada, entre 4º y 5º y con una humedad elevada. Temperatura y humedad que conseguirán extraer la humedad propia del jamón y hacer de cada pieza un prototipo más seguro, con menos riesgos y de mayor calidad para afrontar el siguiente proceso: el secado natural, sin refrigeración, con unas temperaturas ambientes de 20º en verano, 10º o 12º en invierno y donde permanecerán tres años y medio colgados, quietos, recibiendo solo los baños de grasa, tres al año, manualmente, pieza a pieza, que ahuyentan al ácaro y salvaguardan a este jamón. Jamón ibérico 100%.

En 2010 Malavé Moreno obtuvo un importante reconocimiento internacional a su buen hacer artesano.  Fue de manos de la «International Taste & Quality Institute» de Bruselas, una organización independiente de chefs y sommeliers, que valoró con la máxima puntuación a su jamón ibérico de bellota Edición Limitada.

El jamón tiene un precio de 37€ el kilo. Se vende en toda España, pero su punto fuerte es la propia fábrica. Valverde del Camino concentra producción de calzado y muebles, lo que deriva clientes también a las instalaciones de Malavé Moreno a hacerse con estupendas piezas de jamón o lomitos, salchichones o cañas de lomo…algunas de sus especialidades.

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DESCUBRIENDO LOS COVRIGI, ¿TE ANIMAS?

DESCUBRIENDO LOS COVRIGI, ¿TE ANIMAS?

Las personas despistadas tenemos la suerte de sorprendernos a cada momento con descubrimientos nuevos, pero que, en realidad pueden llevar una eternidad en el mismo sitio. Algo así me pasó hace un tiempo cuando descubrí un local atípico en una de las calles de mi barrio por la que transito a menudo. En la fachada del local un cartel y unos distintivos lo anunciaban como un lugar en el que se hacían pretzels.

Las prisas no me permitieron cumplir con la curiosidad, pero fue semanas más tarde cuando comprobé que lo que ahí se cocía bien merecía una visita. ¿No os sucede cuando vais a otro país o a una ciudad turística, que hacéis todo lo posible por zafaros de los lugares destinados a turistas, que buscáis la autenticidad de su gastronomía, conocer mejor otras culturas huyendo de realidades inventadas, convencionales y de gustos globalizados? Pues una especie de regustillo similar al que se obtiene cuando lo consigues sentí una mañana de domingo en el autobús. En el asiento frente al mío charlaban dos mujeres de mediana edad en lo que parecía una lengua del este. Una de ellas se metía a la boca de vez en cuando trocitos de algo que pellizcaba dentro de una bolsa de papel. Me pareció percibir la forma en la bolsa y deduje que venían del local de los preztzels. Se acercaba mi parada en el centro de la ciudad y ellas seguían camino.

Si se habían desplazado tanto para comprarlos tenían que tener grandes dosis de autenticidad, ser un producto que habitualmente consumían en su país de origen.TENTACIONES EN LA MESA

Covrigi o Pretzels Olivvia se encuentra en la C/ Florentino Ballesteros, nº 28, justo frente a una iglesia ortodoxa a la que acuden muchas personas inmigrantes de países del este y sureste de Europa donde se profesa esa religión, afincados en Zaragoza y en los pueblos de alrededor. Lo regenta una familia de origen rumano y elabora cada día estos pretzels, conocidos como covrigi en Rumanía.

El origen

Los romanos los llamaron panis tordus. Hacia el 610, los monjes benedictinos de Borgoña y Renania los adoptaron para entregarlos como premio a los niños que realizaban sus tareas escolares. Ellos explicaban que los «brezel» representaban los brazos de un niño realizando sus plegarias y los llamaron brachiola o pretiola.

Su representación más antigua la encontramos en la enciclopedia pictórica «Hortus Deliciarum», El huerto de las delicias, realizado en 1190. En una de las miniaturas del códice aparece la escena de un banquete en el que participan la reina Ester y su esposo, el rey persa Asuero/Jerjes. Sobre la mesa, se observa un pretzel a la derecha del rey.

                                 

 

Además del nombre, los covrigi se diferencian de los pretzels alemanes por el líquido en el que son sumergidos antes de hornear, lo que termina dándoles un sabor distinto. Sus ingredientes básicos son harina, aceite, azúcar, sal, levadura, esencia de vainilla y agua. Esta masa, similar al pan, tras reposar un tiempo, se le da forma y se introduce en agua hirviendo. Cuando suben a la superficie, se sacan del agua, se les añaden las semillas, especias o frutos secos deseados y se hornea hasta estar dorados.

 

                     

 

Pretzels Olivvia

Elaboran cinco especialidades: de semillas de amapola, de sal, nuez, queso y sésamo. Los más tradicionales en Rumanía son los de semillas de amapola y sal, este último se acostumbra a tomar acompañado de una cerveza; el de semillas de amapola o sésamo con un café con leche o yogurt, aunque se toman en cualquier momento del día, como un tentempié, y así los ofrecen en los puestos callejeros de estos países. Yo me quedo, sin duda, con el de semillas de sésamo.

Junto a los covrigi, en este local pueden encontrar ricos strudels de manzana golden y canela; unos triángulos de queso que elaboran los domingos y algún que otro producto más relacionado con la tradición de su país de origen y las prácticas religiosas de su comunidad.

 

                     

 

HUEVOS CAMPEROS CORRAL DE MONEGROS

HUEVOS CAMPEROS CORRAL DE MONEGROS

En mayo de 2015 dio comienzo la actividad de esta granja de gallinas ponedoras, situada en el municipio de Grañén (Huesca), con 2000 aves, cuyo sistema alternativo de cría propicia que sus huevos sean denominados como huevos camperos.

Imágenes de la zona exterior e interior de la granja Corral de Monegros.

Los sistemas de cría de gallinas se dividen en cuatro:

1. Criadas en jaula:

Donde la gallina tiene poco más del espacio de un folio para moverse, tiene acceso desde la jaula la comida y agua y son sometidas a luz artificial durante muchas horas del día, para aumentar la puesta de huevos.

En España existen cerca de 40 millones de gallinas, el 93% de las cuales se encuentran en un sistema de cría en jaulas, muy lejos del 42,2% de la cría en jaulas de gallinas en los estados miembros de la UE.

La cría de gallinas en jaula ha generado críticas en los últimos años, como la campaña Egg Machine de Noah, en Alemania. El Real Decreto 773/2011 de 3 de junio estableció modificaciones al RD 3/2002 donde se marcaban las normas mínimas de protección de gallinas ponedoras. Entre los cambios, se han prohibido las jaulas en batería por otras de similares condiciones y el espacio por gallina en las mismas ha incrementado algo más, pero sigue siendo lo más parecido al hacinamiento y la explotación animal.

2. En suelo.

Las gallinas no están encerradas en jaulas, pero sí en el interior de las naves. Por normativa no puede haber más de 9 gallinas por metro cuadrado, por lo que se crean diferentes alturas para ganar espacio. Como en el anterior, pueden usar sistemas de luz 24 horas, con el fin de aumentar su productividad. Un sobre esfuerzo el de estas aves y las criadas en jaulas, que las hacen más débiles, y les lleva a tener grandes carencias nutricionales, que han de ser compensadas con aportes de harinas, enriquecidas con vitaminas, minerales y calcio.

En España, tan sólo el 2% de las gallinas se crían en este sistema.

3. Camperas.

Estas gallinas cuentan con una nave donde poner sus huevos y refugiarse en la noche, y acceso al aire libre, nada menos que 4m2 de campo por gallina, para picotear, comer gusanos y granos o darse sus baños de arena, algo que les encanta y cuya práctica está en su propio genoma.   De los casi 40 millones de gallinas en España, tan sólo el 4% son criadas como camperas, algo menos que en el resto de Europa, que asciende a 7,6%.

4. Ecológicas.

La producción de gallina ecológica es muy similar a la campera, pero su diferencia    más importante estriba en la alimentación que reciben, que también ha de ser ecológica.
El 0,3% de las gallinas en España se cría de manera ecológica. El resto de países de Europa cuenta con el 2%. Cifras muy incipientes, que van en aumento, muy lento, pero paulatino, gracias a la demanda del mercado.
Y la forma de cría marca el tipo de huevos que encontramos en el mercado. Cada huevo lleva un código que lo identifica.

El primer dígito hace referencia al sistema de cría, siendo el 0 para ecológico; el 1 para los huevos de explotaciones camperas; el 2 para los huevos de gallinas criadas en suelo y el 3 para las de jaula.
Le sigue el código del estado miembro; dos dígitos para la provincia; 3 dígitos que marcan el municipio y el resto de los mismos identifican la granja.

Carlos Conte se encuentra al frente de esta granja, que en breve ampliará con 6000 gallinas más, también en un sistema de producción alternativa como es la campera. En la actualidad, sus gallinas cuentan con un vallado de 4ha. en los que disfrutan del aire libre. Complementan la alimentación de lo que comen en el campo, con maíz autóctono de Monegros.

Los huevos de Corral de Monegros se venden por medias docenas. Carlos ha decidido obviar la tendencia del mercado, que eliminó años atrás de las estanterías los huevos blancos, por aquellos marrones, que a los consumidores les evocaban los huevos de pueblo, más naturales.

Así, y dado que no existen evidencias que certifiquen valores nutricionales dispares entre huevos blancos o morenos, Carlos ha vuelto a introducirlos como seña de identidad y en sus cajas ofrece cuatro huevos morenos y dos blancos.

Su principal consumidor se encuentra en Zaragoza y Huesca. Para él, como para la mayoría de los mortales que lo han probado, no hay mejor forma de disfrutar de un huevo que frito. Le digo que se ponga para la foto mientras me relata el protocolo de freír el huevo de manera correcta, solemne, adecuada. La sonrisa es fruto de ese recrearse.

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LA PATATA DE CHÍA. EL ÉXITO DE UN PROYECTO SENCILLO

LA PATATA DE CHÍA. EL ÉXITO DE UN PROYECTO SENCILLO

Han conseguido lo que pocos consiguen. En tan sólo cuatro años, sus patatas son reconocidas a kilómetros y kilómetros de distancia de su lugar de origen: Chía, un precioso pueblo del valle de Benasque. Su éxito ha sido tal, que no hay escapatoria a la relación mental entre Chía y el término «patata». La patata de Chía.

La patata siempre había sido buena en Chía. De hecho, había formado parte de la base de la alimentación de las generaciones predecesoras a este proyecto de recuperación y puesta en valor. Algunos afirman que es la altura, otros que es la simiente, pero José Antonio Lanau, uno de los miembros más entusiasta de la asociación de productores de patata de Chía nos aclara que

«Viene gente a comprar simiente para plantar patata de Chía en otros pueblos. Yo les digo que no obtendrán la de Chía, porque para que sea de Chía tiene que cultivarse aquí, a esta altura, en esta tierra.»

Han recuperado el modo de producción de sus antepasados, incluso utilizan tracción animal en algunas de las fases. Las protagonistas de esta labor son la Rubia y la Morena, las dos yeguas que se encargan de pasar la «ersa», un tipo de rastra, justo al nacer la patata.

José Antonio Lanau llama desde su vehículo a las dos yeguas, que en época estival se encuentran, como el resto del ganado bovino de la zona, en la parte más alta de las montañas.

Los productores de patata de Chía se han unido en una asociación que comenzó con dos miembros y ahora cuenta con siete y espera que sean muchos más. Los primeros 5.000 kg de patata que obtuvieron el primer año se han multiplicado hasta 60.000 kg en la cosecha de 2015, primera con certificado ecológico, concentrados en unas 5 hectáreas de privilegiados campos de una altitud entre 1200 y 1500 metros, como reza su reglamento de cultivo, que salpican estas montañas donde la patata convive con el ganado bovino, regenerando los pastos y esquivando al temido escarabajo, con la misma maniobra que utiliza aquella que esquiva un beso no deseado: cambiando rápido de lugar.

Cuatro de los siete miembros que conforman la Asociación de productores de la patata de Chía: Enrique, de Casa Orós y actual alcalde de Chía; José Antonio, de Casa Sansón; Fernando, de casa Galino y Antonio, de casa Sauret. En muchas zonas del Pirineo, los vecinos de cada pueblo son conocidos por la familia o «casa» a la que pertenecen. Forma parte de este proyecto sostenible el centro de personas con discapacidad del valle de Benasque, El Remós, que se encarga de la comercialización, aunque están muy presentes en todas sus fases y participan en jornadas simbólicas de recogida de patata o en el propio envasado.

Todo el proceso comienza en noviembre, cuando preparan la tierra. Será entre marzo y abril cuando vuelvan a labrarla y en mayo tiene lugar la siembra. Para San Juan, a finales de junio, se les da tierra, se hacen caballones con ayuda de las yeguas y es en octubre cuando comienzan a recoger la patata. Una cosecha que puede alargarse en el tiempo, ya que la patata, si no hay riesgo de heladas, se conserva mucho mejor bajo tierra. Pero la patata de Chía no dura tanto. En menos de dos meses las existencias se agotan. Zaragoza, Huesca, Lérida, todo el valle de Benasque, el País Vasco…son algunos de los destinos más demandados. Y este año han llegado hasta las redacciones de los medios de comunicación más importantes a nivel nacional. Por las calles de Chía ha paseado la prensa de radio, periódicos y televisiones nacionales y autonómicas en busca del secreto de su éxito, haciendo más visible este proyecto, que se merece, como poco, tenerlo presente como un modelo ideal de sostenibilidad rural a través de la agroalimentación y el compromiso de muchos vecinos del valle.

 

Para agradecérselo, Chía le prepara cada año, en el último día de octubre, una fiesta a su patata. Los puestos de artesanía complementan a los de venta de patata recién envasada. Se venden muchísimos kilos, y como contraprestación a este apoyo, convidan a los visitantes a más de 1.000 raciones de «patata colgada», una receta tradicional, que han comido los vecinos de Chía desde siempre. Se trata de un plato que puede comerse tanto frío como caliente y que consta de patata, pimiento rojo y cebolla, todos asados en la gran hoguera que preside la plaza de Chía, sardina en salazón (de cubo o también conocida como sardina rancia) y el pertinente aliño.

Una fiesta que celebra lo que la tierra puede ofrecer cuando los vecinos se unen y creen en un proyecto común, donde se baila al son del gentío que se acerca a conocerles y en el que se hacen ofrendas de «patata colgada» como símbolo de confirmación de que vivir en los pueblos pequeños, sí es posible.

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EL ORO ROJO DE ESTAÑA

EL ORO ROJO DE ESTAÑA

Daniel Grau cambió una ciudad francesa de 60.000 habitantes, por una jubilación tranquila en un pueblo de Aragón, Estaña, de 5 habitantes. Se me olvidó preguntarle si entre esos cinco contaba a los tres que habitan su casa.

Como hobby se lanzó a plantar azafrán. Leyó mucho, investigó más y se lanzó. Hoy tiene su propio registro sanitario y comercializa un azafrán de primera calidad, según le aseguran los estudios comparativos que le ha realizado el CITA (Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón), que indican unos parámetros muy altos en color, amargor y zafranal o sabor.

Daniel necesita 1500 flores para conseguir un gramo de azafrán. Ya sabíamos o teníamos entendido lo complicado que era eso de hacer cantidad cuando hablamos de pistilos y de flores y más estas que tanto han cubierto los campos del Este de España, principalmente la zona de Castilla-La Mancha, que concentra casi toda la producción, Aragón o Cataluña.

La historia del azafrán se remonta a 3000 años, y fue documentado por primera vez en el siglo VII a C. por botánicos asirios. A España llegó alrededor del siglo VIII, pero tuvo su momento de mayor relevancia en la edad moderna, concretamente en los siglos XVI y XVII. Fue tal el movimiento económico que supuso, que se llevaron a cabo prácticas fraudulentas para falsificarlo y obtener mayores beneficios. A modo de ejemplo, en 1564, los Fueros de Aragón recogían la prohibición y castigo contra quienes vendieran azafrán falso.

Cuando se habla de productos especialmente costosos como es el azafrán, que puede alcanzar o, incluso superar, los 3000€ el Kilo al productor, se dan casos como estos del pasado, o como los que ocurren en el presente. En 2010 España produjo 1.500 kilos de azafrán, sin embargo, exportó a otros mercados 190.000 kg, principalmente a Estados Unidos, Emiratos Árabes, Suiza y Japón, entre otros. Un exceso procedente de Irán, el mayor productor de azafrán del mundo (el 94% de la producción mundial es iraní), cultivado de forma intensiva, que da como resultado unos pistilos más delgados y, claro está, con una mano de obra extraordinariamente barata, tanto que encoge el corazón. El kilo de azafrán en Irán puede conseguirse por 1.000 o 1.500 €, luego nosotros lo vendemos como español y le duplicamos el precio. Algo que no nos honra en absoluto.

He hecho la prueba y he comparado el azafrán de Daniel (izquierda) con uno comprado en el supermercado (derecha). Las hebras del azafrán de Estaña son más gruesas y largas. El olor, no podéis compararlo, pero si os fiáis de mí, es como comparar la ausencia de aroma con otro casi embriagador y tan característico de esta especia.TENTACIONES EN LA MESA

La llegada de la maquinaria agrícola al campo, sustituyó la tracción animal, el esfuerzo físico y fue arrinconando y eliminando cualquier actividad que no fuera susceptible con el tiempo de ser mecanizada. Los campos de flores violetas del azafrán se tornaron en cultivos más productivos y, poco a poco, el papel relevante que un día tuvieron estas flores fue desapareciendo y ahora ocupa, en algunas zonas, simplemente rincones a modo de testimonio. Donde pervive con fuerza es en el recuerdo de muchas personas, que atesoran la imagen de una mesa colmada de flores y en torno a ella familia, vecinos y amigos que pasaban horas esbrinando, compartiendo la labor y estrechando lazos. Algo que hemos perdido como sociedad y que, sin embargo, poseía un valor incalculable.

Daniel me llevó a su rincón. A su pequeña parcela donde cultiva el azafrán y lo cuida de hierbas y jabalíes, a los que los bulbos les encantan. De camino a su campo hay varias cosas que me impresionaron. La primera, la imagen de las lagunas de Estaña. La segunda, el sonido de la naturaleza, o el silencio del gentío. La tercera, el interés de Daniel por todo esto. Me confiesa que él no lo necesita,

«Estoy jubilado, pero me apena ver cómo estos pueblos desaparecen. No puedo soportar ver cómo estos pueblos mueren.» DANIEL GRAU

Ha puesto a disposición de varias personas de la zona sus conocimientos sobre este cultivo perdido, les ha facilitado información y ha apelado a que lo intenten, porque el está convencido, no sólo de que puede vivir una familia con el azafrán, sino que, cultivos de estas características, controlando todo el proceso hasta la comercialización del producto final al consumidor, ayudarían a revitalizar la zona, a fijar población en las zonas rurales de manera sostenible para todos los implicados.

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, NOS LO HACE PEPE GINÉS

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, NOS LO HACE PEPE GINÉS

Ahora que resurgen de nuevo las boutiques del pan como templos glamurosos donde adquirir un producto de primera necesidad convertido en artículo de lujo, bañado de pijerío y a precios desorbitados, queremos saber la verdad y desvelar todos los secretos que se esconden detrás de un alimento tan antiguo. Tanto que fue uno de los primeros en ser procesado por el hombre.

Para conocer algo más sobre este producto, que cada día está presente en nuestros hogares, he quedado con Pepe Gines, un pastelero y panadero a partes iguales, y un verdadero apasionado de su profesión que podría pasar horas, días, meses, hablando de pan y, lo mejor, transmitiendo su entusiasmo.

Regenta la pastelería Moncayo junto a su mujer, Maribel, en Andorra, un pueblo de Teruel. Se trasladó de Barcelona para abrir la pastelería y con el tiempo, formación y mucha curiosidad, diversificó su oferta y ofreció pan. Un producto que mima desde la masa madre, al que le da su tiempo, que subestimó al principio por creerlo más simple que un mil hojas o un petit choux, pero que cuando metió las manos en harina esta opinión cambió.

«El pan tiene todo mi respeto, me ha arrebatado mi pasión al chocolate»PEPE GINÉS, PASTELERÍA MONCAYO

Todas las civilizaciones están unidas al consumo de cereales. En épocas recientes como lo fue la primera mitad del siglo XX, el pan era la base de la comida de los españoles y giraba en torno a él un auténtico ritual social y familiar. Por dar unas pinceladas: el pan era amasado en las casas, se dejaba fermentar toda la noche, y una vez fermentado, se llevada boleado con tablillas sobre la cabeza a los hornos. Unos panes de fermentaciones muy largas, que para hacerlos, los vecinos compartían entre ellos el «reciento» o masa fermentada que haría las funciones de masa madre; un pan con acidez, aroma y una corteza dura, que favorecía el mantenimiento de la miga tierna durante días. Podríamos hablar de los sistemas de trueque que se hacían entre clientes y panaderos: cien kilos de harina por cien kilos de pan, suministrado paulatinamente, a demanda de los consumidores; podríamos hablar del pan negro, el único al que se podía acceder en los peores años de la guerra civil y la posguerra, y así hasta el infinito. Pero lo que de verdad nos atañe hoy es saber cómo es el pan que comemos en la actualidad.

Según nos comenta Ginés, en los años 80 surgieron esas primeras panaderías, estéticamente muy cuidadas, que rompían con la imagen tradicional de la panadería clasica, en las que se ofrecía un abanico muy grande de panes, pero hechos todos con la misma masa. Un fiasco. En los años posteriores, «el propio profesional de la panadería se ha cargado el proceso, acelerando el ritmo de la producción para aumentarla y  producir más en menos tiempo», aclara Gines, y ofreciendo panes de una calidad menor, panes hechos a través de procesos industriales, panes precocidos, panes a precios ridículos que son, en muchas ocasiones, un reclamo en las grandes superficies, y el consumidor ha dejado de valorar el buen pan, por pan recién hecho a cualquier hora, aunque se trate de un sucedáneo, barato, insípido, y con una vida útil muy corta.

La clave, según nos dice Ginés, no está tanto en las calidades de las harinas, como en el tiempo que se le da al pan. La fermentación es muy importante. El surgimiento de las levaduras industriales, acelera el proceso de fermentación y hoy en día podemos encontrar panes que tan sólo han fermentado un par de horas antes de meterlos al horno. El resultado tras su ingesta es un golpe glucémico que puede alcanzar los 100, es decir, su descomposición en glucosa y traslado a nuestra sangre es muy rápido, mientras que en panes con fermentaciones largas, a partir de unas seis horas, y usos de levaduras naturales o masas madre, el índice glucémico puede estar entre 60 y 70.

El comportamiento de las levaduras naturales, de las masas madre, influyen en los panes de este último modo.

«Mis panes están hechos con masa madre natural, donde la levadura industrial no ha intervenido nunca. Los hongos y las bacterias, que son los que provocan las fermentaciones, están por todas partes, sólo hay que capturarlos, ponerles un medio donde se encuentren a gusto y se reproduzcan»PEPE GINÉS, PASTELERÍA MONCAYO

Su duración puede ser eterna, tan sólo hay que alimentarlos a diario y controlar la temperatura, ya que a más de 55º morirán. Para hacer el pan de cada día, Pepe toma una parte de su masa madre, que la cuida como un tesoro, cuyo origen fue una manzana ecológica, agua y miel, y le añade nuevo alimento a estas bacterias para que continúen viviendo y reproduciéndose. El resultado es un pan con sabor y con una acidez característica.

Destacan, entre todos los panes que ofrece su pastelería, el Pan de Arcos. Un pan hecho a medida, buscando todo lo que él como especialista espera de un pan, y lo hizo homenajeando a la zona en la que se encuentra, Andorra-Sierra de Arcos. Se trata de un pan de corteza crujiente y masticable, con pinceladas de sabores amargos, las puntas de las greñas quemadas, que ofrece recuerdos a avellana tostada, una miga de color crema, húmeda y sabrosa y un alveolado irregular, que indica un proceso de fermentación lento. Para hacerlo, Ginés utiliza parte de harina de un molino de piedra, que le imprime unas características especiales.

  • La baguette que fabrican en Moncayo es lo más distinto a cualquier baguette que podamos encontrar en un supermercado. La razón, los dos días de fermentación que emplea su masa. No te lleves las manos a la cabeza, ni te rasgues las vestiduras si te cuesta más de los 0,29 € de la que te pueden vender en el super, esto es otra cosa.
  • El pan de molde de semillas es un verdadero descubrimiento. Copos de trigo, centeno, pipas de girasol, calabaza…y el mayor de los disfrutes para el consumidor, que si lo prueba una vez, tendrá que estar muy loco o quererse muy poco para no repetir.
  • El pan de aceite es otra de las curiosidades. El aceite de oliva no se incorpora en la masa como en otros tipos de panes de estas características, sino que se le añade un chorrito en el corte antes de meterlo al horno y una vez que está cocido, se le da una pincelada con aceite. Un pan ideal para acompañar los asados.Los madrugones, la complejidad de trabajar con una materia viva, que puede comportarse de muy distinta manera, alterarse en función de muchos condicionantes y a los que hay que adelantarse y conocer bien, todo ello no importa. Pepe me detalla fórmulas y más fórmulas. Yo me pierdo en la primera. Percibo su pasión, muy clara en esta declaración, que me sirve de broche perfecto para esta entrada:

    «Me sigo sorprendiendo cada vez que hago pan, es la culminación de la faena bien hecha. Siempre te queda la incógnita, cuando estás en el proceso, de si quedará bien. Pero, sí, me sigo sorprendiendo y cada 15 minutos me asomo a ver cómo va el pan y disfrutar de verlo crecer.»PEPE GINÉS, PASTELERÍA MONCAYO

POMES D´ANSILS

POMES D´ANSILS

A 1,8 km de Benasque se encuentra el precioso pueblo de Anciles. Casas de piedra, tejados de pizarra y una vegetación de montaña que anima a dejarlo todo y refugiarse en aquel lugar de por vida. En esta ocasión he quedado con Luis Martínez, el productor de Pomes d´Ansils, extraordinarias manzanas de montaña cultivadas a 1.170 m. de altitud. Después de probarlas entiendes a Eva y entiendes a Adan.

Todo comienza a finales de abril, principios de mayo de 2013, tras conocer un estudio de Ignasi Iglesias, Doctor Ingeniero Agrónomo, llevado a cabo por el IRTA (Instituto de Investigación y Tecnologías Agroalimentarias de Cataluña). Luis es ingeniero agrónomo y es joven, características que ayudan a lanzarse a probar con producciones novedosas, aunque eso le suponga que le llamen loco.

Este estudio defendía la calidad, color y dureza de la manzana en zonas de montaña, a diferencia de la manzana en zonas de llanura, donde la planta sufre las altas temperaturas del verano, más de 30º de día y 20º en las noches, provocando un stress en el árbol que repercute en las características del producto final, mostrando falta de color en las variedades rojas, de firmeza en las golden y repercutiendo en el aroma y en la jugosidad de la pulpa, haciendo de estas manzanas de llanura una fruta menos competitiva a nivel internacional. El hecho es que España importa más de la mitad de la manzana que consume y lo hace de países con climas más apropiados y frescos para este cultivo como Francia, norte de Italia, Suiza, Nueva Zelanda o Austria.

Pomes d´Ansils es, por el momento, una pequeña explotación de manzanas, compuesta por 1000 árboles, de las variedades gala, golden y gran smith, esta última en menor medida, ya que cumple una función polinizadora en la finca. Su fuerte es la variedad gala. Una manzana roja, muy aromática y extraordinariamente crujiente.

Su carne es tan firme que cuando le das un bocado lo entiendes todo, entiendes porqué era tan difícil imitar ese crujido de las escenas de cine cuando los actores mordían una manzana y a ti te resultaba tan desilusionantemente imposible.TENTACIONES EN LA MESA

Paseamos entre los árboles. Luis no deja de repasar cada uno de ellos. Quita manzanas estropeadas, sujeta ramas, mira los alambres… Me enseña una fruta «es por el azúcar que contiene», está rajada. La abre del todo y me da media a mí. Cada uno nos comemos nuestra parte. Hablamos de agricultura, de lo difícil que resulta poner en marcha cualquier proyecto en este sector. Le pregunto qué le llevó a lanzarse a esto. «Mira ese muro», me dice señalando una pequeña pared que hace de linde del campo:

«Las últimas piedras las colocarían mis abuelos, mis antepasados. Continuar con el legado que ellos hicieron, mantener esta tierra, utilizar un prado abandonado… Siempre me ha gustado vivir del campo y yo quiero que el valle tire para adelante.LUIS MARTÍNEZ, POMES D´ANSILS

Suficientes razones para creer en la necesidad de que prolifere este perfil de agricultores que, como Luis, son los que conseguirán cambiar la agricultura de este país, tan absolutamente abandonada políticamente, tan denostada por todos. Un tipo de agricultura que puede ser la esperanza para que muchos pueblos pequeños se mantengan vivos de manera sostenible.

Por cierto, si queréis comer pomes d´Ansils, por ahora, tendréis que subir a Anciles o parar en Benasque y allí las encontraréis en los hoteles o en la frutería. Las distinguiréis por su cartel.

LA LECHE QUE NOS DIERON

LA LECHE QUE NOS DIERON

Nada tiene que ver con la infusión láctea que tomamos hoy en día. La leche que nos dieron de niños, a los que tenemos más de treinta años, era un producto, como dirían nuestras madres o abuelas «de alimento». En una casa familiar de muchos miembros y responsabilidades compartidas, yo tuve la suerte, desde los seis años, de ser la encargada de realizar la compra diaria antes de ir al colegio. Entre esa compra completa estaba la parada para coger la leche. Cinco litros. Y un gustillo indescriptible en el ruido al llenar el envase y al ver la espuma que se hacía en la parte superior. Al llegar a casa había que ponerla hervir y, al rato, limpiar la cocina porque siempre se salía.

Pero llegó la modernidad a los desayunos y quien no consumía leche en tetra brik era un cateto redomado. Recuerdo el sabor de la leche de «caja». Las primeras experiencias fueron asquerosas. Mi paladar la rechazaba, simplemente, no estaba acostumbrado a esos sabores dulces y algo artificiales. Pero había que educarlo. Era lo que se llevaba, la practicidad de los hogares había llegado como una revolución merecida.

Hace unos meses visité una granja de vacas en Caspe (Zaragoza). Se trata de Granja Los Arcos, que además de cuidar a 40 vacas, Casimiro las ordeña y hace verdaderas maravillas con su leche. Que si queso fresco, curado o viejo, que si yogures, yogures normales (delicious!), con bífidus, arroz con leche, que si flan de café (divino!) que si…. En esa gama de productos tan infinita como extraordinaria, principalmente porque la materia prima que utiliza es metro 0, ya que cuando Casimiro hace el queso puede sentir el respirar de las vacas en su nuca, hay también leche de venta al público.

Leche que Casimiro pasteriza (la somete a un proceso de calentamiento de unos 72º durante un breve tiempo, de 15 a 20 segundos. Más o menos lo que hacíamos en casa hirviendo la leche, pero con un proceso controlado) y la envasa en bolsas que han de mantenerse refrigeradas los 4-6 días que tiene hasta su caducidad. Su sabor es aquel de la leche de la infancia. Ahora cuesta, pero no más que costó hacerse con la leche UHT, sí, la de caja. La leche de tetra brick ha sufrido el proceso Ultra-high temperature, es decir, que han puesto la leche como una moto, a 135-150º en 2-8 segundos para dejarla como una patena de microorganismos, enzimas, y de algunas cuantas vitaminas del grupo B que mueren por el camino. Luego ya si eso se las añaden, les colocan el «enriquecido con» y le suben el precio.

Hace poco han abierto en el barrio de Malasaña de Madrid un puesto para comprar leche fresca, que debe de ser lo más «cool» y lo más «in» acercarte ahí con tu lechera vintage (de nueva adquisición) y comprar un litro de leche. ¡Bien por la iniciativa!, pero existiendo granjas como la de Casimiro, que haberlas las hay en muchas zonas rurales, no has de ir de «culin» hasta Madrid para comprarla y tomar leche «de alimento».TENTACIONES EN LA MESA

Casimiro me contaba que le cuesta producir un litro de leche 0,50€ y que la vende a 0,89€. Sin embargo, las cosas han cambiado y se avistan nubarrones. Desde el 1 de abril de 2015 desaparecieron las cuotas lácteas, que fueron creadas por la UE en 1984, poniendo topes a la producción y permitiendo ser más competitivos a los más pequeños. Ahora se establece el «Paquete lácteo», para regular las relaciones entre productores y compradores a través de contratos anuales de compra-venta de leche y la fijación de un precio por parte de los compradores, que se sitúa muy por debajo de esos 0,50€ de coste que le supone al granjero producir un litro. Al final, han resultado ser medidas que lo único que han conseguido es dar más herramientas de poder a las grandes empresas productoras de leche, que hacen y deshacen a su antojo, y dejar desamparados e impotentes a los pequeños productores que han de vender su producción a 0,36 y hasta 0,17€ el litro. Una calamidad en el siglo XXI.