CRÓNICA DE UN POLVORÓN

El polvorón, ese producto típico navideño que puede parecer viejuno, y con el que muchos de vosotros seguro que, a una semana de la Navidad, ya os habéis puesto tibios. Por eso, porque el polvorón está conquistando nuestras casas estos días, me desplacé a Estepa, el pueblo del polvorón, para saber algo más sobre su modo de fabricación.

Ahí se cuece todo. 20.000 toneladas que se reparten entre las 23 empresas que se dedican a su producción y que conseguirán facturar nada más y nada menos que 70 millones de euros para este municipio y su población, que se ha acostumbrado a un trabajo muy intenso durante algo más de dos meses.

De las 23 empresas que hoy fabrican polvorón o mantecado en Estepa, 19 forman parte de la IGP «Mantecado de Estepa». Selecciono dos de todas ellas para conocer mejor qué hay detrás de este producto.

La Estepeña, ese parque de atracciones.

Posiblemente La Estepeña sea una de las fábricas de polvorones que más nos pueden sonar y en realidad, en cuanto a volumen de fabricación, es de las más importantes de Estepa. Entre La Estepeña, E. Moreno y Dulces Olmedo fabrican el 50% de la producción de mantecado de este municipio.

     

La Estepeña se fundó en 1858 y desde entonces pertenece a la misma familia. Su crecimiento ha sido exponencial, tanto en volumen como en la industrialización de sus procesos. De entonces queda el recetario, algunos utensilio y poco más.

Como me indicaron al solicitar la entrevista, llego a las 10 de la mañana, una hora antes de que empiecen las visitas guiadas. Me dicen que va a atenderme el gerente de la empresa. Llegará, no ha llegado todavía. Espero. A las 10:50 llega el gerente. Le pasa el muerto de una entrevista sin interés, al Director Comercial, Álvaro Chacón, que va a atenderme, pero poco. Están esperando la llegada de una docena de coches 600. En su despacho, le hago las preguntas con el turbo puesto. En realidad, yo no quiero eso, no es lo que me interesa. Le pido que me deje hacer fotos a la fábrica. Ronronea. «En el museo hay un anexo en el que podrás ver cómo se hacen los mantecados artesanos en un horno de leña.» Muestro interés por ese modo de producir artesano, pero pronto sus respuestas me confirman (luego lo hacen mis ojos) que no fabrican nada ahí que no forme parte de una exhibición teatralizada.

Al final lo consigo. Puedo acceder a la fábrica, pero desde un pasillo elevado que me permite ver una panorámica sin contacto alguno con los trabajadores. Ahí coincido con un grupo de visitantes, de los que han pagado 6€ por la visita. Ellos no pueden hacer fotos. Yo sí, cosa que le agradezco a Álvaro Chacón. Ante mis ojos hay una producción mecanizada, muy potente, ya que los 260 trabajadores, el 90% mujeres, fabrican 3.000 toneladas en cada campaña. Ahí es nada. Luego, en estas enormes instalaciones se quedan unos 17 empleados haciendo eco mientras llega de nuevo el otoño y comienza la campaña del polvorón.

El escenario de la fábrica La Estepeña a partir de las 11 de la mañana es un auténtico parque de atracciones. Un tren serigrafiado con la marca recorre los exteriores y parte del pueblo; un árbol de Navidad decorado con corazones estampados con el nombre de la empresa; osos gigantes que se balancean de lado a lado y que siempre tienen un niño delante sonriendo a la foto; un espacio con maquetas a tamaño natural que muestra el modo artesano de elaborar los mantecados con muchacha elaborando mantecados a mano; la ciudad de chocolate: un pequeño pasillo con edificios de chocolate para volver a hacer cola, caja y fotos, muchas fotos…todo, absolutamente todo está pensado para recaudar al máximo todos los beneficios posibles.

Intento obviar todo ese exceso de atracciones dirigidas al visitante (juro que surte efecto porque todos salen cargados de bolsas, todos hacen colas) y me quedo con lo que de verdad me importa, aspectos como que tan solo el 65% de mantecados se hace con manteca, en este caso de Guijuelo. Con respecto a la harina, usan la de trigo rabón, una harina adecuada para su elaboración, que no es panificable y cuya producción es tan escasa en España que han de comprarla en Chile. Como el mantecado es un producto difícil para la población más joven, intentan acercarse a ellos incorporándoles chocolate o sacando al mercado productos diversos cuyo ingrediente principal es el chocolate. Toda la producción se vende en España, excepto un 1% que se destina a españoles que residen en el extranjero.

La Colchona. Artesanos desde su origen.

El origen de los polvorones de Estepa surgió en 1850 gracias al ingenio de una mujer, Micaela Ruiz, conocida como «La Colchona». Ella consiguió, gracias a un proceso de secado de la harina, transformar un dulce típico denominado el mantecate en otro, de unas características tan exquisitas que, 166 años después, se producen, en su pueblo natal, 20.000 toneladas.

De su logro, ella creó un negocio y, más tarde o más temprano, fueron surgiendo el resto. Llego a su fábrica. Un humilde cartel con la imagen de Micaela Ruiz corona la fachada. El acceso a la fábrica lo preside una bonita puerta de cristales, metáfora o adelanto de lo que dentro me espera.

Como hormiguitas, trabajadoras sonrientes se mueven entre dulces de colores vistosos empaquetándolos en cajas. Mientras Santiago Fernández, uno de los propietarios, baja, me acerco a una de ellas. Se llama Victoria y lleva trabajando ahí desde los 12 años. Le pido una foto, que me concede con una amplia sonrisa. Todavía no lo sé, me lo dirá luego Santiago al preguntarle por la fidelidad que tiene la empresa con sus trabajadoras. Me dirá que esa mujer, Victoria, «es mi madre, la dueña».

La Colchona fabrica 30 toneladas en cada campaña, repartidas en unas 25 variedades, para los que buscan los mejores ingredientes, pero al que le añaden, de cosecha propia, el que consideran el mejor de todos «el tiempo».

La Colchona cuenta con 15 trabajadores, principalmente mujeres. Su modo de fabricación es completamente artesano y, así como el resto de las empresas del sector en Estepa se han decantado por la mecanización de todos los procesos, en La Colchona, Santiago, Licenciado en económicas, reafirma esta consolidación y defensa de lo artesano como parte de su éxito «Nosotros no sabemos qué es la crisis», confiesa.

Santiago tiene mucho trabajo. Es puente y estamos tan cerca de la Navidad que su tiempo es oro, pero aun así me concede alguna pregunta y me invita a subir arriba, donde están las trabajadoras elaborando los polvorones, y a preguntarles porque, me dice, «ellas saben tanto como yo».

Arriba, Lourdes, Paqui, Charo, Asun y Pili conforman la cadena de producción. Una delicia verlas trabajar y más aún el valor añadido que tienen estos polvorones o mantecados.

La colchona polvorones

Si comencé algo estupefacta, me voy de Estepa maravillada con esta empresa y sus productos, que a cada bocado llevarán el recuerdo del ambiente de este negocio, que afianza su consolidación en el buen hacer artesano. Casi se podría decir que en cada uno de los productos se le rinde homenaje a Micalea, la artífice de todo esto.

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