DESCUBRIENDO LOS COVRIGI, ¿TE ANIMAS?

Las personas despistadas tenemos la suerte de sorprendernos a cada momento con descubrimientos nuevos, pero que, en realidad pueden llevar una eternidad en el mismo sitio. Algo así me pasó hace un tiempo cuando descubrí un local atípico en una de las calles de mi barrio por la que transito a menudo. En la fachada del local un cartel y unos distintivos lo anunciaban como un lugar en el que se hacían pretzels.

Las prisas no me permitieron cumplir con la curiosidad, pero fue semanas más tarde cuando comprobé que lo que ahí se cocía bien merecía una visita. ¿No os sucede cuando vais a otro país o a una ciudad turística, que hacéis todo lo posible por zafaros de los lugares destinados a turistas, que buscáis la autenticidad de su gastronomía, conocer mejor otras culturas huyendo de realidades inventadas, convencionales y de gustos globalizados? Pues una especie de regustillo similar al que se obtiene cuando lo consigues sentí una mañana de domingo en el autobús. En el asiento frente al mío charlaban dos mujeres de mediana edad en lo que parecía una lengua del este. Una de ellas se metía a la boca de vez en cuando trocitos de algo que pellizcaba dentro de una bolsa de papel. Me pareció percibir la forma en la bolsa y deduje que venían del local de los preztzels. Se acercaba mi parada en el centro de la ciudad y ellas seguían camino.

Si se habían desplazado tanto para comprarlos tenían que tener grandes dosis de autenticidad, ser un producto que habitualmente consumían en su país de origen.TENTACIONES EN LA MESA

Covrigi o Pretzels Olivvia se encuentra en la C/ Florentino Ballesteros, nº 28, justo frente a una iglesia ortodoxa a la que acuden muchas personas inmigrantes de países del este y sureste de Europa donde se profesa esa religión, afincados en Zaragoza y en los pueblos de alrededor. Lo regenta una familia de origen rumano y elabora cada día estos pretzels, conocidos como covrigi en Rumanía.

El origen

Los romanos los llamaron panis tordus. Hacia el 610, los monjes benedictinos de Borgoña y Renania los adoptaron para entregarlos como premio a los niños que realizaban sus tareas escolares. Ellos explicaban que los «brezel» representaban los brazos de un niño realizando sus plegarias y los llamaron brachiola o pretiola.

Su representación más antigua la encontramos en la enciclopedia pictórica «Hortus Deliciarum», El huerto de las delicias, realizado en 1190. En una de las miniaturas del códice aparece la escena de un banquete en el que participan la reina Ester y su esposo, el rey persa Asuero/Jerjes. Sobre la mesa, se observa un pretzel a la derecha del rey.

                                 

 

Además del nombre, los covrigi se diferencian de los pretzels alemanes por el líquido en el que son sumergidos antes de hornear, lo que termina dándoles un sabor distinto. Sus ingredientes básicos son harina, aceite, azúcar, sal, levadura, esencia de vainilla y agua. Esta masa, similar al pan, tras reposar un tiempo, se le da forma y se introduce en agua hirviendo. Cuando suben a la superficie, se sacan del agua, se les añaden las semillas, especias o frutos secos deseados y se hornea hasta estar dorados.

 

                     

 

Pretzels Olivvia

Elaboran cinco especialidades: de semillas de amapola, de sal, nuez, queso y sésamo. Los más tradicionales en Rumanía son los de semillas de amapola y sal, este último se acostumbra a tomar acompañado de una cerveza; el de semillas de amapola o sésamo con un café con leche o yogurt, aunque se toman en cualquier momento del día, como un tentempié, y así los ofrecen en los puestos callejeros de estos países. Yo me quedo, sin duda, con el de semillas de sésamo.

Junto a los covrigi, en este local pueden encontrar ricos strudels de manzana golden y canela; unos triángulos de queso que elaboran los domingos y algún que otro producto más relacionado con la tradición de su país de origen y las prácticas religiosas de su comunidad.

 

                     

 

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